fractal

8/6/09

Bodas Negras

Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
era un amante que por suerte impía
su dulce bien le arrebató la parca.

Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de su hermosa;
la gente murmuraba con misterio:
es un muerto escapado de la fosa.

En una horrenda noche hizo pedazos
el mármol de la tumba abandonada,
cavó la tierra... y se llevó en sus brazos
el rígido esqueleto de su amada.

Y allá en la triste habitación sombría,
de un cirio fúnebre a la llama incierta,
sentó a su lado la osamenta fría
y celebró sus bodas con la muerta.

Ató con cintas los desnudos huesos,
el yerto cráneo coronó de flores,
la horrible boca la cubrió de besos
y le contó sonriendo sus amores.

Llevó a la novia al tálamo mullido,
se acostó junto a ella enamorado,
y para siempre se quedó dormido
al rígido esqueleto abrazado.










UPDATE:


Escuché la canción y además de atraerme la cantante - con esa voz algo maltratada -, la temática me atrapó. Busqué de dónde provenía; un tema realmente viejo, basado en un poema de Julio Flórez. Uno encuentra belleza en tema tan ríspido e inquietante, como la muerte. No hablaré de ella. Para alguien que ya se la ha encontrado dos veces (y no me ha llevado), lo único que puedo decir es: no le temo, mas no la busco.

No diré nada nuevo, nos los humanos conocemos dos certezas irrefutables. Por una lado tenemos la certeza que habremos de morir, y también que es absolutamente incierto cuándo y cómo. Para unos son angustiosos interrogantes, mas no para mí. Será tal vez que algo de romanticismo hay en mí, aunado a la concepción samurai de la vida. Recuerdo unos versos,

La vida del samuraí
es como la flor del ciruelo,
bella y breve.
Para él, como para la flor,
la muerte es algo natural y glorioso.
Reitero, me parece una bella canción. Y no, no soy necrófilo.