fractal

24/7/09

Virtudes: compasión

Así como el coraje acepta un desafío por los demás, la compasión acepta un desafío con los demás en sus momentos de desconsuelo. La compasión es una virtud que tiene en cuenta la realidad de otras personas, su vida interior, sus emociones, así como sus circunstancias externas. Las semillas de la compasión están sembradas en nuestra naturaleza humana. De Jean-Jacques Rosseau se puede citar: "la compasión es un sentimiento natural que, al moderar el egoísmo virulento del individuo, contribuye a la preservación de la especie. Esta compasión nos insta a acudir impulsivamente en auxilio de quienes están en desgracia". La compasión procura conservar esa prematura conciencia de que todos estamos embarcados en lo mismo, de que sólo nos movemos "por la gracia de Dios". Así la compasión se aproxima al corazón mismo de la conciencia moral, pues nos permite atisbar el yo del prójimo.

  • Si logro impedir que un corazón se rompa - Emily Dickinson (1830-1886)
Si logro impedir que un corazón se rompa,
no habré vivido en vano,
si logro aplacar un dolor,
o aliviar una pena,
o ayudar a un pájaro agotado
a regresar a su nido,
no habré vivido en vano.

  • El león y el ratón - Esopo
Un día un gran león dormía al sol. Un pequeño ratón tropezó con su zarpa y lo despertó. El gran león iba a engullirlo cuando el pequeño ratón ratón gritó:
-Oh, por favor, déjame ir. Algún día puedo ayudarte.

El león rió ante la idea de que el pequeño ratón pudiera ayudarle, pero tenía buen corazón y lo dejó en libertad.

Poco después, el león quedó atrapado en una red. Tiró y rasgó con todas sus fuerzas, pero las cuerdas eran demasiado fuertes. Dio un potente rugido. El ratón le oyó y corrió hacia ese lugar.

-Tranquilo, querido león, yo te pondré en libertad. Roeré las cuerdas .

Con sus afilados dientes, el ratón cortó las cuerdas y el león se zafó de la red.

-Una vez te reíste de mí - dijo el ratón -. Creías que yo era demasiado pequeño para ayudarte. Pero, como ves, debes la vida a un pequeño y humilde ratón.




Nota: Próximo post sobre las virtudes: responsabilidad
.


Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.

21/7/09

Virtudes: autodisciplina

En la autodisciplina uno es "discípulo" de sí mismo. Es una relación extraña, paradójica y complicada. La incapacidad de dominar arrebato, apetitos, pasiones e impulsos causa mucha infelicidad y angustia.

  • La autodisciplina según Aristóteles - de la Etica nicomaquea
La virtud es pues de dos clases, intelectual y moral. La virtud intelectual nace y se desarrolla con la enseñanza, y en consecuencia necesita experiencia y tiempo. Las virtudes morales se desarrollan con el hábito. ... no las poseemos por naturaleza, ni a despecho de la naturaleza, y las desarrollamos por medio del hábito. ... adquirimos estas virtudes ejercitándolas al igual que ocurre con otras artes. Aprendemos a hacer las cosas al hacerlas: los hombres aprenden el arte de construir, por ejemplo, construyendo, y a tocar el arpa tocando el arpa. Asimismo, al realizar actos de justicia aprendemos a ser justos, al practicar la autodisciplina aprendemos a ser autodisciplinados y a realizar actos de valentía aprendemos a ser valientes...
Nuestro modo de actuar en nuestras relaciones con los demás nos vuelve valerosos o cobardes. Nuestro modo de enfrentar situaciones peligrosas, ya sea acostumbrándonos a temer o a tener aplomo, no vuelve valerosos o cobardes. Lo propio ocurre con la lujuria y la cólera; algunas personas adquieren autodisciplina y paciencia por medio de su conducta en tales situaciones, mientras que otras se vuelven descontroladas y apasionadas. En una palabra, las actividades producen disposiciones similares. ... en síntesis, los hábitos que formamos desde la infancia no son poca cosa de poca monta, sino que todo depende de ellos. La virtud moral es un punto medio entre dos vicios, uno en exceso y otro en carencia, y ... procura alcanzar le medianía tanto en los sentimientos como en los actos. Por ende, es difícil ser bueno, pues sin duda es difícil hallar el justo medio en cada caso, así como es difícil hallar el centro de un círculo. es fácil encolerizarse o dilapidar dinero, es algo que cualquiera puede hacer. Pero actuar con propiedad hacia la persona apropiada, en la proporción apropiada, en el momento apropiado, por la razón apropiada, y de la manera apropiada, eso no es fácil, y no todos pueden hacerlo. Por ende, quien busque el justo medio debe evitar ante todo aquel extremo que está más alejado del medio que otro ... pues uno de ambos extremos es siempre más errado que el otro. Y como dar exactamente con el justo medio es dificultoso, uno debe optar por el mal menor, pues escoger el menor de dos males es lo más seguro ... También debemos tener en cuenta los errores a los cuales nos inclina nuestra propensión natural. Varían en cada individuo, y descubriremos los nuestros por el placer o el dolor que nos causan. Habiendo descubierto nuestros errores, debemos obligarnos a seguir la dirección opuesta. Pues llegaremos al justo medio alejándonos de nuestros defectos, tal como si enderezáramos una madera curva. Pero en todos los casos debemos precavernos contra lo que es placentero, y contra el placer mismo, pues no somos sus jueces imparciales. Esto es manifiesto: en todas nuestras conductas, la medianía es el estado más loable. Pero en la práctica, debemos a veces apuntar hacia el exceso y a veces hacia la carencia, porque éste será el modo más fácil de alcanzar la medianía, es decir, lo correcto.

Nota: Los post sobre las virtudes continuarán hasta poder darle entidad al post primigenio, donde muestro mi fastidio (molestia) por la situación actual.

Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.

13/7/09

Desafio literario

Etienne, de Ciudad Visible me ha pasado un meme literario, al cual respondo.

Consiste en elegir el primer libro que se tiene a mano, abrirlo en la página 161 y copiar la 5º frase completa que allí aparece.

En estos momentos tengo 2 libros a mano. Viajan en la mochila, los tiro dentro del auto; los leo donde y cuando puedo.

En el primero - recomendación de Talita -: Historia de la Patagonia (Susana Banderi, Editorial Sudamericana), se lee:
"También era común, y así lo expresa abundante documentación, que los vecinos más destacados entregasen petitorios a las autoridades, ya fuese para incidir en el nombramiento de algún candidato o para solicitar su remoción"


En el segundo: Mark Twain, Cuentos Completos vol.2 (Editorial Claridad); al no tener más de 136 páginas, hago una pequeña alteración, yendo a la página 116 - La confesión de un agonizante - 5° frase:
"¡Claro que sí - dijo Thompson -. Edité libros para esa clase de gente, y en el momento en que ponen sus manos en la riqueza, tal vez tres mil, tal vez dos mil..."

Hay un tercero, que "vive" en la mesita de luz y lo leo de vez en cuando: Epistolario Belgraniano, dirigido por Gregorio Weinberg, editorial Taurus. Se lee:
"Vea Vuesa Merced, observe lo que ejecuta Goyeneche; aparenta con sus contestaciones, de que V. se halla impuesto, de que desea la paz, para entretenernos, y mientras cargan sobre los infelices indefensos, matan hasta los inocentes, queman los Pueblos, e ir a destruir Cochabamba si le es dable, alucinando además a los naturales que pronto se abrazará con nosotros que ya le pedimos la paz" (carta a Bernardino Rivadavia, 3 junio 1812).


Luego de esto, mis elegidas para seguir con el desafío son:
Espero que las Damas me hagan el honor de participar. Besos.

10/7/09

Hugh Prather - Palabras a mí mismo

Leí el libro Palabras a mí mismo cuando tenía alrededor de 20-21 años. Era un libro que había sido escrito por un hombre en 1970, siendo reflexiones (preocupaciones) de una persona que se encontraba cerca de sus 35 años. Ya era un libro viejo, cuando llegó a mis manos. En su momento esos pensamientos me ayudaron a reflexionar sobre mis vivencias, o la falta de ellas. Claro que visto ahora, serían pensamientos muy "estilo californiano"; ahora lo llamarían new age. Al final del libro, Hugh aclaraba que sus notas no debía ser tomadas como axiomas, pues al terminar de escribir el libro algunas de esas ideas ya habían evolucionado o cambiado, no hay valor constante en las afirmaciones.
¿Cuál es el porqué de recordarlo ahora? Recuperé el libro. Ha sido reeditado. Encontrarlo ahora, con más años, más vivencias; me trae recuerdos y otros pensamientos. Algunos ya dejados atrás, otros con los que no concordaba en su momento, ahora me resultan válidos. Mi atención se detienen en:



A menos que acepte mis defectos
es seguro que dudaré de mis virtudes.

Esto todavía me molesta un poco, pues no dudo de mis virtudes; pero sé que muchas veces "agiganto" mis defectos y soy el primero en flagelarme.


Si verdaderamente acepto mi conducta
es que he dejado de juzgarme.

En los tiempos actuales es sencillo aceptar la conducta de uno, habiendo tanta conducta errónea - según mi parecer -; pero no es así, sé que la mayoría de la veces se puede actuar mejor.



Si alguien me despierta aversión
o si me sorprendo ignorando o evitando

a alguien en un grupo,

probablemente estoy huyendo

de un rasgo mío que esa persona exhibe.

Es un pensamiento al cual no adscribo en su totalidad. Si una persona en un grupo demuestra ser discriminadora, ya sea sexista, clasista, o prejuiciosa ante lo diferente (tendencia sexual), o simplemente racista; no puedo dejar de sentir malestar u oponerme a su parecer. Debo emitir mi desagrado o mi oposición, sino estaría dejando la idea - equivoca - de compartir lo hecho o dicho.

Si algo que tú haces me irrita
quiere decir que tu falta también es la mía.
Todavía me hace "ruido". Me detengo a pensar, ¿es realmente así, o será mi intolerancia hacia la estupidez o las maldades cotidianas?


Interpretar mis pausas es problema de ellos.

Y si, mis silencios suelen ser mortales.