fractal

23/12/09

mon amie la rose





Somos muy poca cosa
y mi amiga la rosa
me lo ha dicho esta mañana:
Nací en la aurora
bautizada por el rocío,
me abrí
feliz y enamorada
con los rayos del sol.
Me cerré por la noche,
me desperté vieja.
Sin embargo era muy bella
Si, era la más bella
de las flores de tu jardín.

Somos muy poca cosa
y mi amiga la rosa
me lo ha dicho esta mañana:
Mira el dios que me ha hecho
me hace inclinar la cabeza
y siento que me caigo
y siento que me caigo.
Mi corazón está casi desnudo,
tengo el pie en la tumba
ya no soy más.
Tú me admirabas ayer
y seré polvo
por siempre mañana.

Somos muy poca cosa
y mi amiga la rosa
ha muerto esta mañana.
La luna esta noche
ha velado a mi amiga,
Yo en sueños he visto
deslumbrante y desnuda
su alma que bailaba
más allá de las nubes
y que me sonreía.

Cree aquel que puede creer,
Yo necesito esperanza
sino no soy nada…
O bien tan poca cosa,
fue mi amiga la rosa
quien lo dijo ayer por la mañana.


Una canción extremadamente emotiva, con una poesía muy bella y triste a la vez. El pensamiento fácil sería que nos habla de lo efímero de la vida y también lo fugaz de lo hermoso. Al ser cantada por una mujer, uno se remite a cuan poco dura esa hermosura junto con la juventud. Aunque si lo traemos a estos tiempos, tanto mujeres como hombres se hallan preocupados por el dúo belleza-juventud. Van detrás de ellos, olvidándose de ser auténticos. Que envejecer es vivir, y las marcas del tiempo son nuestros galardones. Algunos los llevaran mejor que otros.


Françoise Hardy posee una voz encantadora y natural, que sin ostentaciones, transmite mucho. La canción me retrotae a otras épocas, cuando en la casa de mis padres se escuchaba mucha música francesa e italiana. Y la única preocupación era crecer y soñar...

15/12/09

Es más de lo que puedo decir de cierta gente

Pasando por la biblioteca y viendo el libro, releí uno que otro cuento de Lorrie Moore. Mucho sobre ella no puedo decir. Me gusta. Algunos la han nombrado como la heredera de Raymond Carver - me parece excesivo -. Las mujeres protagonistas de sus cuentos son fuertes, armadas con su inteligencia, y un humor oscuro; luchando con la desesperación de lo cotidiano en sus vidas. Disfruté mucho Hospital de Ranas. He aquí un par de cuentos de Es más de lo que puedo decir de cierta gente (Emecé Editores, 1999).

......
-Un brindis. Ha llegado el momento de hacer un brindis.
-¿Te parece?
-Sí. -Nadie había brindado por Abby y Bob en su pequeña boda, y eso estaba mal, pensaba Abby ahora. Treinta invitados que después de comer los canapés de jamón se fueron a su casa. ¿Cómo podía salir bien un matrimonio, de esa manera? No porque esas ceremonias fueran importantes en sí mismas. No eran nada. Eran cero. Pero eran ceros que ocupaban lugares, que contenían números y ecuaciones intactas. Y si se realizaban era posible seguir adelante, conocer el poder vacío de las bendiciones, y no pasarse la vida lamentando no haberlas recibido.
De allí en adelante Abby creería en los brindis. En ese momento componía uno en su cabeza, en una especie de vacilante filatelia. Miró a su madre y respiró hondo. Quizás su madre nunca le había demostrado afecto, realmente no, pero le había enseñado a estar sola, con sus terribles sacudidas al tratar de salir afuera,y el suave deslizamiento de regreso a la paz. Abby brindaría por eso. La verdadera madre brutal de cada uno era el mundo, que nutría y abandonaba; la propia madre era más bien hermana de uno en ese mundo. Abby levantó la copa.
-Que lo peor esté siempre a tu espalda. Que el sol de cada día caliente tus brazos... -Miró la servilleta del cóctel como buscando ayuda, pero sólo vio en ella el dibujo de una fornida muchacha irlandesa, con dos tréboles sobre los pechos. Alzó nuevamente la mirada. "¡La palabra de Dios es rápida!" -que tu auto siempre arranque... -Pero tal vez Dios también podía comenzar con elevadas y lentas palabras; el golpe bajo, la historia sencilla. -... y que siempre tengas una camisa limpia -continuó con tono frívolo, público, audible -, ...y un techo sobre tu cabeza, hijos sanos y buenos repollos... y puedas estar conmigo en mi corazón mamá, como estás ahora, en este lugar; por siempre y siempre... como una luz encendida.
Hubo ruidos en el pub.
La confusión es a la infancia como un viaje es a los labios.
-Sí -dijo la señora Mallon, mirando su cerveza con concentración, los ojos brillantes. Nunca le habían dicho algo más hermoso antes, y ahora se sonrojó, sus orejas eran un fuego. Levantó su vaso y bebió.
(extracto del cuento Es más de lo que puedo decir de cierta gente)


....... Olena llevaba el pelo largo, despeinado, descuidadamente recogido en la nuca con una hebilla. Cuando fue hacia Nick para saludarlo, y él miró hacia otro lado sin dar señales de reconocerla y luego centró otra vez su atención en la melena pelirroja, Olena bajó la mano que había levantado hacia la hebilla y se arregló el pelo. Nunca encajaría bien en ese ambiente, pensó. Entre estos tipos vivaces, activistas. Prefería a los poéticos empleados de una biblioteca. Eran delicados y adecuados a su ámbito, intelectuales, con problemas físicos. se reunían alrededor de una mesa para trabajar, analizando a Ton Swifties:
-Tengo que ir a la ferretería -dijo penosamente.
-¿Quieres un helado? -preguntó alegremente.

Pasaban los fines de semana en la Clínica Mayo. "Es un parque de diversiones para hipocondríacos", dijo Sarah, especialista en catálogos. "Una mezcla de Lourdes y El nuevo precio es correcto", dijo otro llamado George. Esta era la gente que le gustaba: personas con quienes no se puede vivir.
Se volvió para ir al toilette y chocó con Ken. Él la saludó con un abrazo y le susurró al oído:
-Tu vives con Nick. Ayúdanos a pensar en un tema. Necesito otro tema.
-Te compraré uno en el kiosco de temas -respondió ella, ......
(extracto del cuento Vida comunitaria)

24/11/09

Delito - Amor

"Sin embargo, el amor es un delito. ¿Entiendes esto?
(Kokoro, Natsume Soseki, Edit. Gredos)


Comprendo que no sea así, ¿pero, si lo fuera? ¿Y si realmente fuera un delito amar? No estoy pensando en un amor interétnico, como hubiera ocurrido en Sudáfrica durante el apartheid. O en USA, hasta mediados de los '60. O como ocurre entre las diferentes castas en la India.
Estaba pensando (o jugando con la idea) en una relación estándard. Si en verdad estaríamos cometiendo un delito, amando a otro ser. Estoy excluyendo el amor que sentimos hacia nuestras relaciones consanguíneas. Sólo entre adultos.
¿Delito? Porque nos querríamos apoderar del alma, del yo interno, de esa otra persona. Tal vez porque se desearía poseer "algo", que en verdad no se sabe que es. Aquí habría que recordar a San Agustín," uno debe ser capaz de descifrar la diferencia entre el amor y el deseo sexual".

Desearía dejar de lado la perspectiva psicológica; pudiendo recordar a Erich Fromm, para quién el amor era un arte y, como tal, una acción voluntaria que se emprende y aprende. No una pasión que se imponga contra la voluntad de aquel que lo viva.
Delito, pues ese amor nos quitaría energía para otras cosas (en el budismo, Kāma es amor sensual, sexual. Es un obstáculo en el camino hacia la iluminación, pues constituye egoísmo). O al amar a una persona, estaríamos discriminando, "amo a ésta, pero no a aquella".
Además para que hubiera delito, debería haber reglas que así lo marquen. Y, a veces, las únicas reglas están impuestas por nosotros mismos y no por el entorno.
También, para que hubiera delito, en este caso se necesitará un "cómplice".


Lo único que se puede aseverar - sin absoluta certeza - es que toda persona puede llegar a cometer un delito al no amar (en este momento acaban de colapsar mis neuronas, perdón). Esto ya lo han marcado otros, con mejores palabras que las mías.


Nota: (extracto de la introducción realizada por Carlos Rubio) Es en la vida del escritor japonés Natsume Soseki (1867-1916), donde se inserta el reinado del emperador Meiji, el período por excelencia de reformas, de la gran segunda transformación en la historia del pueblo japonés.
"Ética oriental y técnica occidental" (toyo no dotoku, seiyo no gakugei) era una de las consignas que circulaban en el Japón de mitad del siglo XIX.
La literatura del período Meiji, es testimonio de lo entrañablemente caro que sería el precio por prescindir de lo tradicional y asiático y perseguir lo moderno y lo occidental. Se sacrificaba una parte de la identidad cultural.
Natsume Soseki, poeta, ensayista y autor de novelas, es el autor moderno, y a la vez clásico por excelencia, de Japón. Su maestría en el dominio de los más diversos estilos, tanto en prosa como en poesía, le elevan por encima de escuelas, círculos y tendencias. Hablando de su obra, es un tópico mencionar eclecticismo y fusión entre el lirismo descriptivo de hondas raíces japonesas y la capacidad analítica y psicológica de la novela europea de fines del siglo XIX.

11/11/09

Brasil, ¿también es conservador?

Luego de leer esta nota en El País, comencé a pensar que ocurriría por estas latitudes. El primer pensamiento sería que en las universidades públicas, tal vez no suceda; pero en algunas universidades privadas pudiera ser que a la posible "infractora" le hagan una llamada de atención (todo puede ocurrir).
Lo que si no puedo pensar (aceptar) es que por aquí, una estudiante reciba rechiflas, insultos y hasta agresiones por su forma de ir vestida. Tal vez estoy siendo ingenuo en pensar que, como grupo humano, podemos llegar a comportarnos en forma diferente a esos estudiantes brasileños. Se podría enumerar, como resalta la nota en Univisión , que es un bolsón conservador; pero brutos y retrogradas, hay en todas partes. Siempre hay excusas para demostrar un comportamiento vejatorio y poner como pretexto, " estaba vestida indecentemente".
Quiero pensar que en nuestras universidades, no, eso no. Pero tal vez peque de ingenuo y llegado el caso, sea más de lo mismo...

5/11/09

In memoriam

Acabo de leer que falleció Félix Luna. Mucho no puedo decir; solamente: Gracias.
Gracias por Todo es Historia, por Alfonsina y el mar, por Mujeres Argentinas, por querer, al igual que Yo, a la historia.
Se lo extrañará.

27/10/09

Molestia - Hartazgo

Iba a continuar escribiendo sobre Las Virtudes, recordando el libro de William J. Bennett. Pero realmente no da para más, estoy cansado, harto. Realmente cansado de todo y de todos.

Las virtudes que seguían:

Perseverancia

Honestidad
Lealtad
Fe


He leído que nada es tan influyente en la vida de los niños - y jóvenes - como el poder moral del ejemplo silencioso. Para que ellos tomen la moralidad en serio, deben ver a los adultos tomándose la moral en serio.


Algunas ideas a tener en cuenta:

- Si se comparte el respeto por ciertos rasgos fundamentales de carácter: honestidad, compasión, perseverancia, coraje. Estas son virtudes. No se nace en posesión de estos conocimientos. Por ende, junto con el precepto, el hábito y el ejemplo, existe también la necesidad de lo que se puede llamar "
alfabetización moral".
- Brindar educación moral a los jóvenes, es incluir la mente y el corazón hacia el bien. Supone normas y preceptos, implica derechos y obligaciones de la vida comunitaria.

- Deben alcanzar un nivel mínimo de función moral (funcionamiento) que los capacite para interpretar lo que ven en la vida y les ayude a vivirla bien.

- Si se desea que los hijos posean rasgos de carácter que más admiramos, debemos enseñarles cuáles son esos rasgos y por qué merecen nuestras admiración y complaciencia.

- Se habla de los valores y la importancia, como si fueran abalorios (bisutería). Pero las virtudes no son algo que se debe poseer, sino como parte esencial de la naturaleza del ser humano. Como un antídoto contra algunas distorsiones de los tiempos en que vivimos.


Si además de una inadecuada educación básica. Donde los niños y jóvenes son promovidos hacia los niveles superiores, sólo por el hecho de asistir, y no de una evaluación real. Es decir, está faltando lo básico. Si agregamos esa alfabetización moral - antes enunciada - y la ausencia de la misma. ¿Qué nos está quedando? Pues, nada.
Si tanto los educadores, como los mayores de esos niños, no les enseñan, ni con palabras, ni con ejemplos, cuáles son los caminos a seguir; mal pueden ellos a ciencia cierta, saber de esas virtudes que los harían mejores.

Tal vez estoy siendo injusto con aquellos padres y educadores que sí se preocupan por dar esa educación moral. Mas es un trabajo arduo, pues una vez salidos de sus hogares e influencia, lo que los jóvenes y niños perciben es otra cosa. Si como sociedad, se están dando ejemplos en contrario; y se pueden ver que las conductas réprobas, son aplaudidas y/o festejadas. Mal se puede esperar que los niños y jóvenes actúen de forma correcta y noble, teniendo como norma de vida a las virtudes.

Tal vez no debería escribir nada, pues no soy
Émile Zola en su alegato Yo acuso. Sólo que no veo que como grupo orgánico estemos yendo por buen rumbo.
En este momento recuerdo una frase adjudicada a Jean P. Sartre
*:

La hipocresía, ese homenaje del vicio a la virtud

Nos estamos volviendo una sociedad hipócrita. Simulamos en mostrar lo que deseamos, y luego con el disimulo, ocultamos aquello que no se quiere mostrar.

Es por eso que no escribiré más sobre las virtudes. Para aquellos padres y educadores que pasen por aquí, quizás sientan que pagan justos por pecadores (frase hecha, lo sé). Pero no puedo dejar de pensar en colectivo, y no en forma individual. Yo asumo la parte que me corresponde, pero no vislumbro una mejor sociedad, sin educación en todos los niveles.




(*)
Entiendo que la frase original fue de La Rochefoucauld, "La hipocresía no es sino el homenaje que el vicio rinde a la virtud"

7/10/09

ne me quitte pas

Estuve leyendo a GABU y al escuchar la canción de Marvin Gaye, Cuando un hombre ama a una mujer, recordé otras canciones donde un hombre canta sobre sus amores. Entre todas las canciones, la más sentida que evoqué es, ne me quitte pas. Es una canción tan dolorosa y bella a la vez. No puedo dejar de pensar que en algún momento de mi vida, pasé por una situación similar. Pensar, "no me dejes". Sin llegar a decirlo; pues el decirlo en voz alta no cambiaría nada, pero dentro de la cabeza resonaría una y otra vez. Con algunas lágrimas cayendo, y sintiendo que las mismas quemaban.
En la versión original de Jacques Brel se puede notar ese tormento (sufrimiento) al ser dejado por la persona amada.
Las versiones de Maysa y Ute me parecen de lo mejor que he escuchado. Obvié la interpretación de Simone, pues la canta si poner emoción. Profesionalidad, sí; pero muy fría. La cantada por Sting puede ser algo extraña, pero proviniendo de un inglés lo hace con buen sentimiento (feeling). La última versión no deja de demostrar que se puede reír, uno mismo, de sus penas y dejar así atrás aquello que nos ha herido.

Jacques Brel





Maysa





Sting





Ute Lemper





Cirque du Soleil's Varekai






No me dejes
hay que olvidar

todo se puede olvidar

lo que ya se fue

olvidar el tiempo

de los malos entendidos

y el tiempo perdido

para aclararlos

olvidar esas horas

que mataban a veces

a golpes de porqués

al corazón de la felicidad.

No me dejes,

.................
no me dejes
Yo te ofreceré

perlas de lluvia

venidas de países

donde no llueve.

Yo escarbaré la tierra

hasta después de mi muerte

para cubrir tu cuerpo

de oro y de luz

Yo haré un reino

donde el amor será rey

donde el amor será ley

donde tu serás reina.

No me dejes,

..................
no me dejes

Yo te inventaré

palabras locas

que tu comprenderás

Yo te hablaré

de esos amantes

que han visto por dos veces

arder sus corazones.

Yo te contaré

la historia de un rey

que murió por no haber

podido encontrarte.

No me dejes,

..................
no me dejes

Se ha visto a menudo

resurgir el fuego

del antiguo volcán

que se creía demasiado viejo.

Existen tierras quemadas

que dan más trigo

que en el mejor abril

Y cuando viene la tarde

para que un cielo arda

el rojo y el negro

¿acaso no se unen?

No me dejes,

.................

no me dejes.

No voy a llorar

no voy a hablar

me ocultaré allí

para mirarte

bailar y sonreír

y al escucharte

cantar y después reír.

Déjame volverme

la sombra de tu sombra

la sombra de tu mano

la sombra de tu perro

No me dejes,

..................
no me dejes.

24/9/09

Beso (definitivo)

Nos besamos,
mas ese beso
no era para mí

Suspendimos el beso,
nos miramos,

me dí vuelta,
alejándome,
escuche insultos:
imbécil, maricón,
impotente,

pero tampoco
eran para mí
... al igual
que el beso

© Artus Jorguín


22/9/09

Idea inconclusa: beso

.......
Nos besamos,
mas ese beso
no era para mí.
Suspendimos el beso,
nos miramos
........
me dí vuelta,
me alejé.
Escuche detrás de mí
insultos:
imbécil,
maricón,
impotente.
Pero no eran para mí,
al igual
que el beso.

Nota: le falta un inicio y un mejor núcleo, espero darle una mejor forma. Hace un par de meses que está dando vueltas y la idea no termina de cerrar...

8/9/09

Cielo e Infierno

“La mente hace su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, y un infierno del cielo.”

(John Milton)


Al leer la frase no puedo dejar de pensar que todo está en que Uno controle sus pensamientos; pero en la realidad sabemos que no es así.
Quizás no debería sacar la frase de su contexto; pero la obra de John Milton me es desconocida y sólo sé de él por William Blake, a quién si conozco. Dijo sobre Milton: "si escribió con trabas sobre Dios y los ángeles y con libertad absoluta sobre Satán, es porque fue un verdadero poeta y, aunque no se diese cuenta, partidario del diablo".
Algún día deberé escribir sobre W. Blake, como lo conocí, y como me molestó que estuviera de moda luego de la novela Dragón Rojo (Thomas Harris).
Volviendo a la frase, luego de leerla he sentido que daba vueltas y vueltas en la cabeza, quedándose atrapada en alguna circunvalación del cerebro. Retumbando y machacando sobre mi psiquis.
Uno puede controlar sus pensamientos, pero no todo el tiempo, siempre habrá un momento de debilidad - flaqueza, debacle -
y luego deberá pagar las consecuencias.
¿Soy yo ... o la frase "golpea", y muy fuerte?



1/9/09

Virtudes: coraje

Aristóteles en Etica nicomaquea, nos dice: "Nos volvemos valientes al realizar actos de valentía".
Las disposiciones del carácter se fijan gradualmente por medio de la práctica. Es por eso, "al habituarnos a afrontar cosas terribles y al resistir contra ella nos volvemos valientes, y cuando más valientes somos, más capacidad de resistencia posemos".
No obstante, la resistencia contra las cosas amenazadoras no se debe confundir con la temeridad. El miedo ante el peligro es una emoción totalmente justificable. En un pasaje de Moby Dick, Starbuck, interpela a la tripulación:
-"No quiero en mi barco ningún hombre sin miedo a la ballena - . Para él, el hombre extremadamente temerario era un compañero peligroso."
Con lo cual se está insinuando que el coraje más confiable y útil es el que surge de una justa estimación del peligro, y también - siendo reiterativo - que un temerario es un camarada mucho más peligroso que un cobarde.
La persona valiente no es aquella que nunca tiene miedo. Esto se aplica más bien a la persona precipitada o inconsciente.
Según Aristóteles, el coraje es un disposición a sentir grados pertinentes de temor y confianza en situaciones desafiantes - lo "pertinente" varía muchísimo con las circunstancias -. También es una disposición a defender nuestro terreno, a avanzar o retroceder según los dictados de la prudencia. Para cimentar dicha disposición, es preciso adquirirla, y eso significa práctica; lo cual nos lleva a enfrentar temores y actuar de cierta manera antes de contar con la disposición para ello: actuar con valentía cuando no nos sentimos valientes.

Notas al margen:
- La marca del coraje moral radica en ver lo que es correcto y hacerlo con firme resolución, a pesar de la opinión de la mayoría.
- Existe un coraje falso, que puede nacer de la vanidad. Hay ciertos peligros que conviene temer y no debemos afrontarlos sin tener clara conciencia de ellos.
- El auténtico coraje se combina con la circunspección, ese saludable escepticismo que pregunta si este modo de hacer las cosas es el mejor. La auténtica cobardía está signada por el escepticismo crónico, que siempre dice que "no es posible" hacer nada.
- La vida exige cierto valor (denuedo, intrepidez) cotidiano. Puede ser menos espectacular que la valentía que requieren los momentos de excepcional peligro, pero ella determina qué clase personas somos (estudiantes, cónyuges, padres, trabajadores, ciudadanos).


  • Horacio en el puente - versión de James Baldwin
Una vez hubo una guerra entre el pueblo romano y los etruscos que vivían en las ciudades de la otra margen del río Tíber. Porsena, rey de los etruscos, reunió un gran ejercito y marcho hacia Roma. La ciudad nunca había corrido tanto peligro.
Los romanos no tenían muchos guerreros en esos tiempos, y sabían que no tenían fuerzas suficientes para enfrentar a los etruscos en campo abierto, así que se refugiaron dentro de sus murallas y apostaron guardias para vigilar las carreteras.
- ¿Qué haremos -dijeron los canosos legisladores de Roma-. Si ganan el puente no podremos impedir que crucen, y entonces no quedará esperanza para la ciudad.
Entre los guardias del puente había un valiente llamado Horacio. estaba en la otra margen del río, y cuando vio que se aproximaban los etruscos, avisó a los romanos que estaban a sus espaldas.

Habló pues el bravo Horacio,
capitán de la puerta: "A todo hombre de esta tierra
tarde o temprano le llega la muerte.
¿Y qué mejor muerte puede haber
que enfrentar una suerte adversa
por las cenizas de sus padres
y el templo de sus dioses?"

- Derribad el puente a toda prisa -exclamó-. Yo, con los dos hombres que me acompañan, mantendré a raya al enemigo.
Entonces, empuñando sus escudos y sus largas lanzas, los tres valientes se plantaron en la carretera y contuvieron a los jinetes que Porsena había enviado a tomar el puente.
En el puente los romanos hachaban las vigas y postes. Las hachas cantaban, las astillas volaban y de pronto el puente tembló y crujió.
- ¡Regresad! ¡Regresad y salvad la vida! - gritaron a Horacio y sus dos acompañantes.
Pero entonces los jinetes de Porsena atacaron de nuevo.
- ¡Corred! - dijo Horacio a sus amigos-. Yo guardaré la carretera.
Dieron media vuelta y corrieron por el puente. Apenas había llegado al otro lado cuando con gran estrépito de vigas y maderos. El puente se ladeó y cayó en el agua con gran chapoteo.
Cuando Horacio oyó el sonido, supo que la ciudad estaba a salvo. Con el rostro hacia los hombres de Porsena, retrocedió despacio hasta llegar a la orilla del río. Un dardo etrusco le arrancó el ojo izquierdo, pero no titubeó. Arrojó la lanza al jinete más próximo y se volvió deprisa. Vio el blanco porche de su hogar entre los árboles de las otra margen del río.

Y le habló al noble río
que lame los muros de Roma:
"¡Oh Tíber! ¡Padre Tíber,
a quien rezan los romanos!
Un romano hoy te encomienda
sus armas y su vida."

Saltó al profundo y caudaloso río. Aún llevaba puesta su pesada coraza, y cuando se hundió, nadie pensó que lo vería de nuevo. Pero era un hombre fuerte y el mejor nadador de Roma. Pronto emergió en medio del río, a salvo de las lanzas y las flechas que le arrojaban los soldados de Porsena.
Llegó a la otra orilla, donde sus amigos aguardaban para ayudarle. gritos de admiración lo saludaron cuando trepó a la orilla. y los hombres de Porsena también gritaron, pues nunca habían visto un hombre tan valiente y fuerte como Horacio. Les había impedido entrar en Roma, pero había realizado una hazaña que merecía sus alabanzas.
En cuanto a los romanos, agradecieron a Horacio que hubiera salvado la ciudad. lo llamaron Horacio Cocles, que significaba "Horacio, el Tuerto", porque había perdido un ojo al defender el puente y erigieron una hermosa estatua de bronce en su honor, y le dieron tantas tierras como pudiera arar en un día. Y durante siglos...

Con sollozos y con risas
aún se contaba la historia:
Horacio defendió el puente
en los fieros días de antaño.


Nota : tengo por esta historia una especial debilidad y predilección. Al igual que con la historia-leyenda, de los Horacios y Curiaceos. Sepan disculparme.


  • Discurso de Enrique en Agincourt - William Shakespeare (escena tomada de Enrique V)
Westmoreland : ¡Ah si tuviéramos ahora aquí sólo una diezmilésima de los hombres de Inglaterra que hoy no hacen nada!
Enrique: ¿Quién es el que eso desea? Mi primo Westmoreland. No mi buen primo: si estamos señalados para morir, somos bastantes para ser una pérdida de nuestro país: si para vivir, cuanto menos hombres, mayor porción de honor. Por Dios, te ruego que no desee un hombre más. Por Júpiter, no soy codicioso de oro, ni me importa a quién alimento a mi costa: no me importa que otros lleven mi ropas: tales cosas cosas exteriores no entran en mis deseos. Pero si es pecado codiciar honor, soy el alma más pecadora de este mundo. A fe, no, primo, no desees ningún hombre más de Inglaterra. Por la paz de Dios, no querría perder tan gran honor como me parece que me quitaría un solo hombre más, ni a cambio de la mejor esperanza que tengo. Ah, no desees uno más: más bien proclama, Westmoreland, por todas mis huestes, que a quien no tenga ánimos para esta lucha, se le deje marchar, se le haga el salvoconducto, y se le pongan en la bolsa coronas para el viaje: no queremos morir en compañía de quién tema que su compañía le hará morir con nosotros. Hoy es San Crispín: el que sobreviva a este día y vuelva a casa sano y salvo, se elevará de puntillas cuando se nombre este día, engrandeciéndose ante el nombre de San Crispín. El que salga vivo hoy y llegue a la vejez, todos los años, en la víspera de ese día, invitará a sus vecinos, y dirá: "Mañana es San Crispín"; y luego se remangará y enseñará sus cicatrices. Los viejos olvidan: todo quedará olvidado, pero él recordará, mejorándolas, las hazañas que hizo ese día. Y entonces nuestros nombres serán familiares en su boca como palabras caseras: el rey Enrique, Bedford, Exeter, Warwick, Talbot, Salisbury y Gloucester, todos seremos recordados de nuevo entre sus vasos rebosantes. este relato contarán los hombres buenos a su hijo: y jamás pasará el día de San Crispín y San Crispiniano, desde hoy hasta el fin del mundo, sin que seamos recordados en él nosotros pocos, felices pocos, nosotros, grupo de hermanos; pues el que hoy vierta conmigo su sangre será mi hermano: por villano que sea, este día le hará de noble rango, y muchos caballeros de Inglaterra, que ahora están en la cama, se considerarán malditos por no haber estado aquí, y les parecerá mísera su valentía, cuando hable alguno que combatiera con nosotros el día de
San Crispín.


  • Nuestros héroes - Phoebe Cary
Tiendo la mano al joven valeroso
que hace lo que sabe que es correcto;
cuando la tentación se cruce en su camino,
le aguarda una durísima batalla.
Quien disienta con sus camaradas
encontrará un enemigo poderoso.
Honores para él so obtiene el triunfo,
un hurra por quien sabe decir no.

A diario se libran grandes luchas
que el mundo desconoce por completo;
hay muchos soldaditos valerosos
cuya fuerza pone en fuga una legión.
Y quien sabe luchar contra el pecado
es, en mi opinión, aún más heroico
que quien conduce tropas al combate
y vence en la refriega por las armas.

La tentación enfrenta con denuedo
y haz lo que sabes que es correcto.
No abandones la insignia de la hombría
y en la lid así obtendrás el triunfo.
"Lo correcto" sea tu grito de batalla
al librar la guerra de la vida.
Y Dios, que al héroe reconoce,
te dará su fuerza en la contienda.








Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.


24/8/09

Recuerdos: Hans Chistian Andersen

Cuando estaba buscando ejemplos para las diferentes virtudes me reencontré con un cuento de Hans Christian Andersen, La niña de las cerillas o La fosforerita - según las versiones -. Quizás debería, primero, aclarar que cuando era niño en mi casa había libros heredados de mis abuelos, de mis padres, revistas por doquier, publicaciones de todo tipo. Dentro de esas publicaciones, estaba la colección Fabulandia de la editorial Codex. Eran fascículos bellamente presentados, con ilustraciones de los cuentos, leyendas y fábulas en general; con hermosas guardas por todos lados, que provocaba la captura de la atención a primera vista.
La primera vez que leí el cuento tendría unos 9-10 años, me hallaba en algún rincón de la casa; pues cuando no se me encontraba, las posibilidades eran dos: estaba haciendo alguna travesura o estaba en silencio leyendo en rincones, sobre unos cajones, debajo del escritorio o mesas varias. Continuo; el cuento no sólo me atrapó, sino que al terminar de leerlo me quedo una congoja, un estrujamiento en el pecho - que a esa edad, no sabía manejar bien -. Tenía un nudo que, ahora lo pienso , si mi madre me hubiera hablado en ese instante, me hubiera largado a llorar. Viéndolo en el tiempo creo que este cuento de Hans C. Andersen es algo "duro" para un niño de 9-10 años; pero el leer libros y diversas "cosas inadecuadas" fue un sino durante toda mi niñez y adolescencia.
Aquí lo transcribo, espero que les traiga algunos recuerdos.

  • La niña de las cerillas
Hacía un frío espantoso; caía una nevisca arremolinada, y llegaba la noche, la última noche del año. En el frío y la oscuridad iba por las calles una pobre niñita, con la cabeza descubierta y los pies descalzos. Cuando salió de casa llevaba las zapatillas puestas, pero eran demasiado grandes para sus pies, zapatillas que había usado su madre y a la pobre niña se le salieron cuando corrió para eludir dos carruajes que pasaban a gran velocidad. Cuando las buscó, una se había perdido, y un niño había tomado la otra y echado a correr, diciendo que un día la usaría como cuna, cuando tuviera sus propios hijos.
Así la niña continuo la marcha con los pies descalzos, que estaban morados de frío. En su viejo delantal tenía manojos de cerillas, y llevaba un manojo en la mano. Nadie le había comprado un solo manojo en todo el día y nadie le había dado un céntimo.
¡Pobre niña! Temblando de frío y hambre andaba a rastras, viva imagen del infortunio.
Los copos de nieve caían sobre su cabello suave como lino, que le colgaba en bonitos rizos en torno de la garganta, pero ella no pensaba en su belleza ni en el frío. Había luces en todos los escaparates y un sabroso olor a ganso asado, pues era noche vieja. Y en eso pensaba la niña esta noche.
En una esquina formada por dos casas, una de las cuales se proyectaba sobre la otra, se acurrucó para protegerse del frío. Había recogido los piececitos, pero sentía cada vez más frío. No se animaba a regresar a casa, pues no había vendido cerillas y no podía llevar ni un céntimo. Su padre sin duda le daría una zurra, y además en casa también hacia frío, pues sólo los protegía el techo, y aunque habían tapado los boquetes más grandes con paja y trapos, quedaban muchos por donde soplaba el gélido viento.
Ahora tenía las manitas casi congeladas. ¡Ay! Una cerilla le haría bien si lograba sacarla del manojo, frotarla contra la pared y calentarse los dedos. Al fin extrajo una. ¡Cómo ardía y calentaba! Despedía una llama tibia y brillante, como una candela, y la niña le puso la mano encima. Era una lucecita maravillosa. La niña tenía la sensación de estar sentada ante una gran estufa de hierro con patas de bronce bruñido, con pala y pinzas de bronce. Tan invitante era la llama que la niña estiró los pies para calentárselos también. ¡Qué cómoda se sentía! Pero la llama se apagó, la estufa se disipó y sólo le quedó esa cerilla quemada en la mano.
Frotó otra cerilla contra la pared. Ardía con luz brillante, y al alumbrar la pared la volvió transparente como un velo, así que la niña pudo atisbar en la habitación. Un mantel blanco como la nieve cubría la mesa, donde había un hermoso juego de porcelana, y un ganso asado, relleno de manzanas y ciruelas, humeaba despidiendo un olor apetecible. ¡Y, más delicioso y maravilloso aún, el ganso saltó de la fuente, con el cuchillo y el tenedor en la pechuga, y echó a andar hacia la niña!
Pero entonces la cerilla se apagó, y sólo quedó esa pared gruesa y húmeda.
Entonces encendió otra cerilla. Y ahora estaba debajo de un bellísimo árbol de vidrio en la casa del rico comerciante. cientos de velas de cera ardían en las verdes ramas, y alegres estatuillas, como las que había visto en los escaparates, la miraban desde lo alto. La niña tendió las manos hacia ellas, y entonces la cerilla se apagó.
Las luces del árbol de Navidad aún se elevaban en lo alto. ahora la niña las veía como estrellas en el firmamento, y una de ellas cayó, dejando una estela de fuego.
- Ahora alguien se muere -murmuró la niña, pues su abuela, la única persona que la había amado, y que ahora estaba muerta, le había dicho que cuando cae una estrella un alma asciende a Dios.
Raspó otra cerilla contra la pared, y de nuevo hubo luz; y en el resplandor apareció ante ella la vieja y querida abuela, majestuosa y radiante, pero dulce y bonachona, y feliz como nunca se la había visto en la Tierra.
- Oh, abuela -gimió la niña-, lleváme contigo. Sé que te irás cuando la cerilla se apague. Tú también desaparecerás como la tibia estufa, el espléndido festín de año nuevo, el bello árbol de navidad. -Y temiendo que su abuela desapareciera, raspó todo el manojo de cerillas contra la pared.
Y las cerillas ardieron con luz tan brillante que hubo más resplandor que al mediodía. Su abuela nunca había lucido tan bella y majestuosa. Tomó a la niña en brazos, y ambas volaron juntas, con gloria y regocijo, subiendo cada vez más, muy por encima de la Tierra, y para ellas no había hambre ni frío ni penurias, pues estaban con Dios.
Pero en la esquina, al amanecer, estaba la pobre niña, apoyada contra la pared, con las mejillas rojas y una sonrisa en los labios, muerta de congelamiento en la última noche del año viejo. estaba rígida y helada, con un manojo de cerillas quemadas.
- Quiso entibiarse, la pobre criatura -decía la gente. Nadie imaginaba qué dulces visiones había tenido, ni cuán gloriosamente había ascendido con su abuela para entrar en las alegrías de un año nuevo.


Varios cuentos de Hans C. Andersen

18/8/09

Virtudes: trabajo

No se habla del empleo y la remuneración, sino de la vida. El trabajo es esfuerzo aplicado, es aquello a lo que nos dedicamos, aquello a lo cual consagramos nuestras energías para lograr algo. En este sentido fundamental, el trabajo no es la tarea con la cual nos ganamos la vida sino aquella que hacemos de nuestra vida.
Lo opuesto del trabajo no es el ocio, el juego o la diversión, sino la pereza, el hecho de no invertir nuestras aptitudes. Las actividades ociosas, el juego y la diversión pueden implicar una genuina inversión en vez de ser una pérdida de tiempo.
En sí, queremos que los jóvenes (porqué no, también nosotros) florezcan, que vivan bien y prosperen, que sean felices. La felicidad – como señala Aristóteles – reside en la actividad, tanto física, como mental; reside en hacer cosas de las que uno pueda enorgullecerse y por lo tanto disfrute haciendo. Es un error identificar el placer con la mera diversión, la relajación o el entretenimiento. Las mayores alegrías de la vida no son las que se apartan de nuestro trabajo, sino las que se avienen con dicho trabajo. Perderse dicha alegría, de la labor bien realizada, es perderse algo importante.
Todo puede hacerse bien o mal; puede hacerse alegremente y con orgullo, o a regañadientes y a disgusto. El modo de hacerlo depende de nosotros. Tal vez este sea el concepto más agudo (sagaz) que los antiguos romanos estoicos legaran a la humanidad. No hay tareas indignas, sólo actitudes indignas. Y la actitud depende de nosotros.
El trabajo - reitero - es esfuerzo aplicado, hacia cierto fin. El trabajo más satisfactorio supone dirigir nuestros esfuerzos hacia fines que consideramos como expresiones válidas de nuestro talento y carácter.

Reflexión al margen: entiendo que en los tiempos actuales es difícil hablar del trabajo como una virtud y darle real valía. Mas se deberá entender como una virtud donde las claves - una vez más - son la práctica y el ejemplo. La práctica en hacer varias cosas que requieren un nivel de esfuerzo y compromiso compatible con cierta inversión personal en la actividad, y el ejemplo de la propia vida.
Los adultos que trabajan con ahínco para proveer a sus hijos de lo que se requiere para tener una vida floreciente, se toman la educación en serio. El ayudar en las tareas domésticas, en el cuidado de los animales (mascotas) y otras actividades diarias; requieren aprendizaje. Los adultos mostraran a los jovenes cómo disfrutar de hacer las cosas que deben hacerse, trabajando con ellos, alentando y valorando sus esfuerzos, y - sobre todo - presentando un ejemplo jovial y concienzudo.


  • Resultados y rosas - Edgar Guest
El hombre que desea un jardín bello,
sea de pequeño o de gran tamaño,

cubierto de flores por doquier,

debe trabajar y arremangarse.

Hay muy pocas cosas en la tierra
que con sólo desearlas se consigan:
si anhelamos algo de valía
hay que trabajar para ganarlo.

No importa qué meta persigamos,
el simple secreto aquí radica:
excava semana tras semana
y obtendrás los resultados y las rosas
.


  • El granjero y sus hijos - Esopo
Un granjero estaba a punto de morir y deseaba comunicar a sus hijos un importante secreto, los llamó y dijo:
- Hijos míos, moriré dentro de poco. Por tanto, sabed que en mi viñedo hay un tesoro oculto. Cavad y lo encontraréis.
En cuanto el padre murió, los hijos empuñaron azaada y rastrillo y removieron una y otra vez el terreno, en busca del tesoro que supuestamente estaba enterrado allí. No encontraron nada, pero las viñas, con la tierra tan removida, produjeron una cosecha como jamás se había visto.
No hay tesoro sin esfuerzo
.


  • Verdadera nobleza - Edgar Guest
Quien hace su tarea día a día
y acoge a quien encuentra en el camino,

creyendo que es voluntad divina,

ha encontrado grandeza en este mundo.


Quien cuida su puesto, dondequiera,
creyendo que Dios lo necesita

aunque se trate de una faena tosca,

se ha elevado a la nobleza.


De lo grande y lo bajo hay una prueba:
si un hombre pone su mayor empeño,

y trabaja con brío y sin reservas

no morirá en deuda con el hombre.




Nota: Próximo post sobre las virtudes:
coraje




Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.



11/8/09

Virtudes: amistad

Sin amigos - dice Aristóteles - nadie escogería vivir, aunque tuviera todos los demás bienes.
Las narraciones acerca de la amistad requieren adoptar la perspectiva de los amigos, tomar a los demás en serio.

En las mejores amistades vemos un paradigma moral de todos las relaciones humanas en lo que quizás sea su forma más pura.
Un amigo es algo más que un conocido, y la amistad supone algo más que afecto. La amistad suele surgir de intereses y metas comunes, y estos propósitos se fortalecen con los impulsos benignos que tarde o temprano generan.
Las exigencias de la amistad - franqueza, apertura, capacidad de tomar las críticas de los amigos tan seriamente como sus expresiones de admiración o elogio, lealtad, asistencia al punto de autosacrificio - son potentes estímulos para la maduración y el ennoblecimiento moral (estamos hablando de jóvenes y niños, sobre todo).
En estos tiempos, cuando a menudo resulta tan fácil establecer relaciones informales y cuando la utilidad es tan precipitada y barata, es preciso recordar que la amistad genuina requiere tiempo.
Se requiere un esfuerzo para establecerla, y trabajo para mantenerla. Y aunque sea - como decía C.S.Lewis - la forma menos biológica del amor, es también una de la más importantes.
A propósito, las debilidades buscan la compañía tanto o más que las virtudes. Hay relaciones que no merecen la clasificación de amistad pero que aun así ostentan ese nombre; esa clase de amistad que el ensayista Joseph Addison denominaba "confederaciones del vicio, o ligas del placer" (por favor, recordar que era un hombre que vivió entre los siglos XVII y XVIII).
Nuestros amigos deben ser aliados de lo mejor de nosostros, deberíamos enseñar a los jóvenes (y niños) a reconocer las falsas amistades, a entender que son nocivas, a comprender que refuerzan lo más indigno de nosotros.
Tener amigos es sólo la mitad de la relación, aunque es la mitad que más suele preocupar a padres e hijos. Puede decirse que "los buenos amigos contribuyen a nuestra crianza"; pero el anverso de esta moneda es que uno es el buen amigo, el agente activo que educa al otro.
Extracto de la Etica nicomaquea: quienes comienzan apresuradamente un intercambio de actos amistosos pueden sentir el deseo de ser amigos, pero no lo serán a menos que también sean objetos apropiados de la amistad y se conozcan mutuamente como tales, es decir, la apetencia de amistad puede surgir rápidamente, pero no la amistad misma.




  • Damón y Pitias
Damón y Pitias habían sido excelentes amigos desde la infancia. Cada cual confiaba en el otro como un hermano y cada cual sabía en su corazón que sería capaz de todo por su amigo. con el tiempo llegó el momento de demostrar la hondura de su devoción. Sucedió de esta manera.
Dionisio, el monarca de Siracusa, se fastidió cuando oyó los discursos que pronunciaba Pitias. El joven estudioso decía en público que ningún hombre debía ejercer poder ilimitado sobre otro, y que los tiranos eran reyes injustos. En un arrebato de ira, Dionisio convocó a Pitias y su amigo.
-¿Quienes creéis que sois, para sembrar el descontento entre la gente? -preguntó.
-Yo sólo digo la verdad- respondió Pitias -. No Puede haber nada de malo en ello.
-¿Y tu verdad sostiene que los reyes tienen demasiado poder y que sus leyes no son buenas para sus súbditos?
-Si un rey ha tomado el poder sin autorización del pueblo, eso es lo que yo diría.
-Estas palabras son traición -gritó Dionisio-. Estás conspirando para derrocarme. Retráctate de tus palabras, o enfrenta las consecuencias.
-No me retractaré -respondió Pitias.
-Entonces morirás. ¿Tienes un último pedido?
-Sí. Déjame ir a casa para despedirme de mi esposa y mis hijos, y para poner mis cosas en orden.
-Veo que no sólo crees que soy injusto, sino que además soy estúpido -rió desdeñosamente Dionisio-. Si te dejo salir de Siracusa, no volveré a verte.
-Te haré un juramento.
-¿Qué clase de juramento podrías hacer que me indujera a creer que regresarás?
En ese momento Damón, que había permanecido en silencio, se adelantó.
-Yo seré su garantía -dijo-. Reténme en Siracusa, como prisionero, hasta el regreso de Pitias. Nuestra amistad en bien conocida. Puedes tener la certeza de que Pitias regresará mientras me tengas aquí.
Dionisio estudió en silencio a ambos amigos.
-Muy bien -dijo al fin-. Pero si deseas tomar el lugar de tu amigo, debes estar dispuesto a aceptar su sentencia si él rompe su promesa. Si Pitias no regresa a Siracusa, morirás en su lugar.
-Él mantendrá su palabra -respondió Damón-. No tengo la menor duda de ello.
Pitias obtuvo autorización para irse por un tiempo, y Damón fue a dar a la cárcel. Al cabo de varios días, como Pitias no aparecía, Dionisio no pudo con su curiosidad y fue a la prisión para ver siDamón se errepentía del trato que había hecho.
-Tu tiempo se está acabando -se mofó el monarca de Siracusa-. Será inútil pedir piedad. Fuiste necio al confiar en la promesa de tu amigo. ¿De verás creíste que sacrificaría su vida por ti o por cualquier otro?
-Sólo ha sufrido una demora -respondió Damón sin inmutarse-. Los vientos le han impedido navegar, o tal vez ha sufrido un accidente en la carretera. Pero si es humanamente posible, él regresará a tiempo. Creo en su virtud tanto como en mi existencia.
Dionisio se asombró de la confianza del prisionero.
-Veremos -dijo, y dejó a Damón en sus celda.
Llegó el día fatal. Damón fue sacado de la prisión y conducido ante el verdugo. Dionisio lo saludó con una sonrisa socarrona.
-Parece que tu amigo no ha llegado -rió-. ¿Qué piensas ahora de él?
-Es mi amigo -respondió Damón-. Confío en él.
Y mientras hablaba, las puertas se abrieron y Pitias entró tambaleándose. Estaba pálido y magullado, y apenas podía hablar de cansancio. Se arrojó en brazos de su amigo.
-Estás a salvo, loados sean los dioses -jadeó-. Parece que los hados conspiraban contra nosotros. Mi barco naufragó en una tormenta, y luego me atacaron salteadores. Pero rehusé abandonar mis esperanzas, y logré llegar a tiempo. estoy dispuesto a cumplir mi sentencia de muerte.
Dionisio quedó atónito al oír estas palabras, y sus ojos y su corazón se abrieron. Era imposible resistir el poder de semejante constancia.
-La sentencia queda revocada -declaró-. Nunca creí que tanta fe y lealtad pudieran existir en la amistad. Me has demostrado cuán equivocado estaba, y es justo que seas recompensado con tu libertad. Pero a cambio os pediré un gran servicio.
-¿A qué te refieres? -preguntaron los amigos.
-Enseñadme a formar parte de una amistad tan noble.



  • William Butler Yeats
Aunque te encuentres en tus días radiantes,
con voces en la multitud
y amigos nuevos que te adulan,
no seas engreído ni orgulloso,
y piensa ante todo en los viejos amigos.
La cruel marea del tiempo subirá,
tu belleza perecerá y se perderá
para todos los ojos menos éstos.


  • La flecha y la canción -Henry Wadsworth Longfellow
Disparé una flecha al aire,
y no supe dónde.
Mi vista no podía
seguír su raudo vuelo.

Lancé al aire una canción,
y cayo, no supe dónde.
¿Qué vista podía seguir
una canción por los aires?

Mucho después, en un roble,
encontré una flecha intacta;
y la canción, toda entera,
en el pecho de un amigo.




Nota: Próximo post sobre las virtudes: trabajo.




Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.

4/8/09

Virtudes: responsabilidad

Responsabilidad significa capacidad de dar cuentas de nuestros actos. La conducta irresponsable es conducta inmadura. Asumir una responsabilidad es indicio de madurez.

Las personas que no han alcanzado la madurez aún no son plenamentes dueñas de sus poderes. Parte de nuestra reponsabilidad por lo que hacemos individualmente o en concierto con los demás varía con las estructuras sociales y políticas dentro de la que obramos, pero en general aumenta con la madurez.

La inmadurez también se prolonga inadvertidamente entre los adultos. Casi todos tienen excusas cuando las cosas salen mal entre los políticos, es común utilizar formas impersonales para evitar la culpa: "Se cometieron errores". Nadie se desvive por asumir la responsabilidad.

Somos responsables por la clase de persona que hemos hecho de nosotros mismos. Aristóteles señalaba, llegamos ser lo que somos como personas mediante las decisiones que tomamos.

Kierkegaard, en el siglo XIX, deploraba el efecto nocivo de las multitudes y las pandillas en nuestro sentido de responsabilidad. "Una multitud - escrito en Mi punto de vista - es de por sí inauténtica, dado que vuelve al individuo impertinente e irresponsable, o al menos reduce al mínimo su sentido de responsabilidad".

San Agustín - en Confensiones - hizo de esta disminución de la responsabilidad ante la presión de los pares un rasgo central de su meditación sobre el vandalismo de su juventud, "todo porque nos avergonzamos de abstenernos cuando otros nos incitan a participar".

Un sentido débil de la responsabilidad no debilita el hecho de la responsabilidad.

Las personas responsables son personas maduras que se hacen cargo de sí mismas y de su conducta. Son dueñas de sus actos y dan cuenta de ellos, responden por ellos.

  • ¿Quién amó más? - Joy Allison
"Madre, te amo", dijo el pequeño John.
Luego, olvidando su tarea, se caló la gorra
y fue al columpio del jardín
y dejo que ella llevara el agua y la madera.
"Te amo, madre -dijo la rosada Nell-,
más de lo que expresan las palabras".
Y pasó tan enfurruñada todo el día,
que su madre se alivió cuando salió a jugar.
"Te amo, madre -dijo la pequeña Fran-.
Hoy te ayudaré todo lo que pueda,
mucho me alegra que hoy no haya escuela".
Y meció al bebé hasta que él se quedó dormido.


Luego, con sigilo, fue a buscar la escoba,
y barrió el suelo y limpió la habitación;
atareada y feliz anduvo todo el día,
tan feliz como una niña puede estarlo.
"Te amo, madre" repitieron,
tres niños yéndose a la cama.
¿Cómo creéis que la madre supo
cuál de los tres la amaba más?



  • La espada de Damocles - texto de James Baldwin, adaptado
Erase una vez un rey llamado Dionisio, que gobernaba Siracusa, la ciudad más rica de Sicilia. Vivía en un elegante palacio donde había muchos objetos bellos y costosos, lo atendía una hueste de criados que siempre estaban prontos a obedecerle.
Naturalmente, como Dionisio tenía tanta riqueza y poder, había muchos en Siracusa que envidiaban su buena fortuna. Uno de ellos era Damocles. Era uno de los mejores amigos, y siempre le decía:

-¡Qué afortunado eres! Tienes todo lo que se puede desear. Debes de ser el hombre más feliz del mundo.

Un día Dionisio se cansó de esas palabras.

-Vamos- dijo -, ¿de verás crees que soy más feliz que los demás?

-Pues claro que sí- respondió Damocles -. Mira tus grandes tesoros, y el poder que posees. No tienes ninguna preocupación. ¿Cómo podría la vida ser mejor?

-Tal vez desees cambiar de lugar conmigo- dijo Dionisio.

-Oh, jamás soñaría con ello. Pero si pudiera gozar de tus riquezas y placeres por un día, nunca tendría mayor felicidad.

-Muy bien: Cambiemos de lugar por un sólo día, y gozarás de ellos.

Y así, al día siguiente, Damocles fue conducido al palacio , y todos los criados recibieron instrucciones de tratarlo como su amo. Lo vistieron con túnicas reales, le pusieron una corona de oro en la cabeza. Damocles se sentó una mesa en la sala de banquetes, y le sirvieron sabrosos manjares. No faltaba nada que pudiera complacerlo. había costosos vinos, bellas flores, raros perfumes y música deleitable. Se apoyó en mullidos cojines, y se consideró el hombre más feliz de la mundo.
-Ah, esto es vida- le suspiró a Dionisio, quien estaba sentado en el otro extremo de la larga mesa -. Nunca he disfrutado tanto.
Y al llevarse una taza a los labios, elevó los ojos al techo. ¿Qué era eso que colgaba allá arriba, un objeto filoso cuya punta casi le tocaba la cabeza?
Damocles se quedó tieso. La sonrisa se le borro de los labios, y su rostro se puso ceniciento. Le temblaron los labios. No quería más comida, ni bebida, ni más música. Sólo quería largarse del palacio, irse muy lejos. Pues sobre su cabeza pendía una espada, sujeta al techo por un mero pelo de caballo. La filosa hoja relucía mientras le apuntaba entre los ojos. Iba a levantarse y echar a correr, pero se contuvo, temiendo que cualquier movimiento brusco partiera esa delgada hebra e hiciera caer la espada. Se quedó petrificado en la silla.
-¿Qué sucede, amigo mío?- preguntó Dionisio -. Pareces haber perdido el apetito?
-¡Esa espada, esa espada!- susurró Damocles -. ¿No la ves?
-Claro que la veo- dijo Dionisio -. La veo todos los días. Siempre pende sobre mi cabeza, y siempre existe el peligro de que alguien corte esa delgada hebra. Tal vez uno de mis asesores envidie mi poder e intente asesinarme. O alguien pueda propagar mentiras sobre mí, para azuzar al pueblo en mi contra. Puede ocurrir que un reino vecino envíe un ejército para capturar mi trono. O puedo tomar una decisión imprudente que provoque mi caída. Si quieres ser monarca, debes estar dispuesto a aceptar estos riesgos. Forman parte del poder, como verás.
-Sí, claro que veo- dijo Damocles -. Ahora veo que estaba equivocado, y que tienes mucho en que pensar aparte de las riquezas y la fama. Por varo, ocupa tu lugar, y déjame regresar a mi casa.
Y mientras vivió, Damocles nunca más quiso cambiar de lugar con el rey, ni siquiera por un instante.




Nota: Próximo post sobre las virtudes: amistad.



Clave: El libro de la virtudes, William J. Bennett, Javier Vergara Editor S.A., 1995.